Durante siglos se navegó siguiendo la costa utilizando como referencia sus puntos visibles y la profundidad de manera que cuando a finales del siglo XV los portugueses y castellanos comienzan sus viajes de exploración y descubrimiento, sus instrumentos de navegación eran la corredera y la ampolleta para determinar la velocidad del buque, imprescindible para navegación por estima; la sonda para determinar la profundidad y naturaleza del fondo; el compás que se orientaba al norte magnético, y el astrolabio y cuadrante para medir la altura de un astro sobre el horizonte.
El astrolabio se utilizaba para determinar la latitud mediante la observación de la estrella polar o la observación del paso meridiano del sol.
Se disponía de tablas que daban la declinación del sol para cada día del año y con esta información y la observación de la altura del sol en su paso meridiano era fácil determinar la latitud pero no había forma de determinar la longitud de modo que, en la práctica, el procedimiento seguido era el de navegar a un punto de la misma latitud que la del destino para luego ir navegando manteniendo la latitud hasta dar con el destino.
Alrededor de 1750 se inventó el sextante que permitía una observación mucho más precisa de la altura de los astros que con el astrolabio o el cuadrante.
El problema de la determinación de la longitud geográfica era, por tanto, el de averiguar con precisión la hora en el meridiano de referencia.
Era necesario un instrumento que permitiera saber a bordo del buque la hora del meridiano de referencia por lo que a mediados del siglo XVIII Inglaterra ofreció una gran recompensa a quien “descubriera la longitud geográfica en el mar”.
Y así nació el cronómetro que estuvo disponible a principios del siglo XIX. A partir de entonces el piloto dispuso de las mismas herramientas que se han utilizado hasta hoy en día: sextante, cronómetro y el almanaque náutico.
El sextante permite medir ángulos entre dos objetos tales como dos puntos de una costa o un astro -tradicionalmente, el Sol de la tierra- y el horizonte. Conociendo la elevación del Sol y la hora del día se puede determinar la latitud a la que se encuentra el observador. Esta determinación se efectúa con bastante precisión mediante cálculos matemáticos sencillos de aplicar.
El nombre del sextante proviene de la escala del instrumento, que abarca un ángulo de 60 grados, o sea, un sexto de un círculo completo.
El sextante ha sido durante varios siglos de gran importancia en la navegación marítima, e incluso en la navegación aérea también, hasta la aparición de sistemas más modernos, como el de la determinación de la posición mediante satélites: GPS.
El sextante ha sido durante varios siglos de gran importancia en la navegación marítima, e incluso en la navegación aérea también, hasta la aparición de sistemas más modernos, como el de la determinación de la posición mediante satélites: GPS.
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