jueves, 14 de julio de 2011

LA LIMPIEZA DE LA HÉLICE

La hélice como cualquier otra parte del barco bajo el agua se ve sometida a todos los ataques, oxidaciones y adherencias del mar. Es la pieza “clave” en la propulsión de los barcos, al menos en los barcos a motor, y por ello merece una especial atención.

En desplazamientos a motor, la hélice representa el elemento que permite transformar la energía mecánica del motor en propulsión, que es lo que finalmente interesa. Tener una hélice en mal estado es un desastre. Si está desequilibrada producirá vibraciones y acabará por dañar  el eje de transmisión. Si está doblada o golpeada peor aún, ya que además de quedar desequilibrada, producirá enormes rozamientos hidrodinámicos que se traducirán en bajos rendimientos.
Por ello, cuando sacamos el barco del agua la primera inspección a la hélice será para determinar si tiene algún golpe que necesite reparación. Pero lo que siempre será necesario tras varios meses de permanencia del barco en el agua la limpieza de la hélice. Como en cualquier otra parte de la obra viva, los caracoles y otras incrustaciones bajo diferentes formas de vida aparecerán originando importantes depósitos calcáreos que provocan irregularidades en su superficie y por tanto contribuyen de alguna manera a desequilibrarla, pero sobre todo a crear una superficie de gran rugosidad lo cual es sinónimo de fuertes rozamientos o lo que es lo mismo, bajos rendimientos y pérdida de empuje.


Tener la hélice muy sucia es como si en un carro rodáramos por una carretera en muy mal estado y llena de baches. Sabemos que una obra viva muy sucia frena notablemente el desplazamiento del barco. Y lo mismo ocurre con la hélice a pesar de ser pequeña en relación con el tamaño de la carena, pues aunque su superficie es mucho menor a la del casco mojado, al girar a mucha velocidad  es como si multiplicara su superficie por el número de revoluciones a la que gira.
 
La moraleja es que debemos llevarla lo más limpia y pulida posible. Y en todo caso limpia de las horribles incrustaciones y depósitos calcáreos.
Nada más sacar el barco del agua hay que proceder a su limpieza, antes de que seque y haga más dura la operación. Trabajo que no llevará mucho tiempo y para el cual emplearemos una espátula con la que atacaremos sin miedo su superficie. No se preocupe ya que es de bronce y no se trata del casco, más delicado.








Proceda en esta operación también a cambiar los zinc galvánicos estos mantenimientos son necesarios con periodicidad para evitar futuras complicaciones y mantener su barco en buen estado.  Existen diversos lugares donde puede realizar estas operaciones y de seguro que su bolsillo será su medida, busque un lugar donde lo consideren en precio y más importante aun le ofrezcan un servicio profesional.

Sus preguntas y comentarios puede enviarlos a:
juandpadua@hotmail.com

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