Conocida es la historia del Titanic que se hundió en su viaje inaugural, pero no fue éste el primer antecedente, ya que al Vasa, el navío insignia de la marina sueca, le sucedió lo mismo muchos años antes, exactamente en 1628.
Era domingo, 10 de agosto de 1628. Estocolmo desbordaba de felicidad por el acontecimiento. El buque real Vasa estaba listo para su primer viaje, era el orgullo de la gran potencia sueca, convertido en el buque de guerra más potente del mundo.
El capitán Sofring Hansson dio la orden para zarpar, en el mismo instante, la artillería de tierra disparó salvas para despedirlo y el buque comenzó lo que sería su primer y último viaje.
La historia había comenzado años antes, en 1625, bajo el reino de Gustavo II Adolfo, que aseguraba que su reinado dependía primero de la Gracia Divina y luego de su flota, por ello quería construir un navío insignia que fuera admirado por su belleza y que a la vez fuera letal por sus armas. La nave constaba de 64 cañones ubicados en dos puentes; era dueña de una eslora total de 69 metros y una manga de sólo 11,7 metros.
El holandés Henrik Hybertsson tuvo a su cargo la construcción de este galeón real. En sus planos se indicaba que el palo mayor debía medir 52 metros desde la quilla a perilla y que el alcázar debía alzarse al menos 15 metros sobre la línea de flotación. Luego de un exhaustivo examen efectuado se comenzó a dudar de la estabilidad del navío.
El holandés Henrik Hybertsson tuvo a su cargo la construcción de este galeón real. En sus planos se indicaba que el palo mayor debía medir 52 metros desde la quilla a perilla y que el alcázar debía alzarse al menos 15 metros sobre la línea de flotación. Luego de un exhaustivo examen efectuado se comenzó a dudar de la estabilidad del navío.
Para la construcción del Vasa, Hybertsson y su gente utilizaron unos 1000 troncos de roble. Demasiados, si se tenía en cuenta que los suecos habían declarado al roble especie protegida. Hybertsson falleció tiempo antes de la botadura, por lo que debió terminar la construcción Hein Jakobsson.
Pasaron tres años desde aquel 1625, hasta que el Vasa quedó terminado.
El comandante, Joran Matsson, decidió comprobar la estabilidad de la embarcación. Para ello usó a 30 hombres haciéndolos correr de un lado a otro de la cubierta, mientras el buque estaba fondeado. Enseguida tuvo que detener las acciones ya que el navío comenzaba a volcar.
El rey se hallaba en Prusia, lejos de la nave, y nadie estaba autorizado para ordenar que el nuevo buque no zarpase.
Según figura en una carta, que relata los hechos, enviada al rey por el Consejo del Reino: "Apenas llegó a recorrer 1.300 metros cuando un viento intenso llenó las velas y el buque comenzó a escorar a sotavento, luego se adrizó algo, hasta que llegó cerca de Beckholmen, donde escoró más, entrando agua por las troneras de los cañones y el buque volcó, hundiéndose lentamente con las velas, los gallardetes y la bandera".
A bordo del Vasa había unas 150 personas. Aparte de la tripulación, iban las familias de los oficiales. Perecieron entre 30 y 50 personas. Nadie llegó a ser condenado como culpable del naufragio.
En el siglo XVII no había métodos para calcular científicamente la navegabilidad de los barcos. Los constructores navales disponían de ciertas proporciones que sabían que funcionaban y los que construyeron el Vasa eran hombres experimentados. Sin embargo, el Vasa era mayor y estaba mucho más armado que ningún otro buque. Las proporciones comúnmente aceptadas no funcionaron en él. Por lo tanto, el hundimiento no se debió al fallo de ninguna autoridad ni de ningún constructor naval. El buque fue un experimento militar que no funcionó debido a los defectuosos conocimientos teóricos existentes en el siglo XVII.
Muchos intentos de recuperar el Vasa fallaron, hasta que en 1664, Albreckt von Treileben y Andreas Peckell, ayudados por una campana de buzo, lograron recuperar más de 59 cañones. El gobierno sueco quedó conforme con lo recuperado y decidió cerrar el caso.
En septiembre de 1956 en el fondo de la zona de corrientes, en pleno centro de Estocolmo, volvieron a hallarse restos del Vasa y mediante una tarea de 5 años, con ayuda de la Marina sueca y de la empresa de salvamentos Neptun, fueron extraídos del fondo del mar, transportándolos a la orilla, 333 años después de la catástrofe.
El barco fue reacondicionado, durante 17 años, manteniendo su color original y preservando para el mundo la formidable decoración con que contaba. En 1990 abrió sus puertas el nuevo museo del Vasa en Estocolmo, donde actualmente se expone, siendo el más visitado de Escandinavia, aproximadamente 800.000 personas del mundo entero han visitado este museo……Yo me anoto para un día de estos, si la dicha es buena y el viento sopla a favor.
Sus preguntas y comentarios pueden enviarlos a: juandpadua@hotmail.com
muy interesante como propuesta para presentar una maqueta,(de mi tipo)
ResponderEliminar